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La tormenta pasa… y empieza la burocracia

La tormenta detrás de la tormenta

viernes, 17 de octubre de 2025

GRÀCIACALBET.com abogados especializados en reclamaciones a seguros
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Equipo de comunicación

Cuando las lluvias cesan y el cielo se abre, comienza una fase mucho más silenciosa, pero igual de devastadora: la de los trámites, las reclamaciones y la espera.

Las recientes DANAs que han golpeado la Comunidad Valenciana y Cataluña han dejado un escenario de calles anegadas, viviendas inhabitables y negocios paralizados. Pero, como suele suceder, el verdadero desafío no está en el agua, sino en el papeleo que viene después.

En los últimos años, cada fenómeno meteorológico extremo ha revelado una misma realidad: el acceso a las indemnizaciones y ayudas públicas sigue siendo un laberinto burocrático. Las aseguradoras se aferran a la letra pequeña, las administraciones saturadas tardan semanas en responder y muchos afectados descubren demasiado tarde que su póliza no cubre ni la mitad de los daños sufridos.

A ello se suma la desigualdad en las respuestas institucionales. Mientras algunas comunidades activan con rapidez las ayudas por emergencia, otras se enfrentan a retrasos administrativos que dejan a cientos de familias y pequeños negocios sin respaldo inmediato.

En Valencia, por ejemplo, tras la DANA de septiembre, el anuncio de un paquete de ayudas de 350 millones llegó semanas después de los daños, pero su aplicación práctica sigue siendo incierta. Y en Cataluña, algunos municipios afectados todavía esperan la valoración de daños para poder acceder a los fondos prometidos.

El tiempo, en estos casos, juega siempre en contra: los plazos para reclamar son breves, las condiciones técnicas son confusas y la carga emocional que acompaña a una catástrofe no facilita la gestión. Entender este entramado legal y administrativo se convierte en una carrera de fondo que exige rigor, documentación y estrategia.

Porque después de cada tormenta, lo más difícil no siempre es reconstruir los muros… sino recuperar los derechos.

Qué cubren los seguros (y qué suele quedar fuera)

Cuando una DANA o cualquier catástrofe natural golpea, la reacción inmediata de muchos afectados es recurrir a su seguro. Pero en la práctica, descubrir qué cubre realmente una póliza puede ser tan complicado como entender el propio parte meteorológico.

La mayoría de los daños provocados por fenómenos naturales —inundaciones, desbordamientos, vientos extremos o deslizamientos de tierra— se consideran riesgos extraordinarios, y en esos casos interviene el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS). Este organismo estatal actúa cuando el daño no está cubierto por la aseguradora privada o cuando la empresa que debía hacerlo está insolvente.

Sin embargo, la cobertura del CCS tiene límites y condiciones. Solo se activa cuando el siniestro es consecuencia directa de un fenómeno oficialmente reconocido como “extraordinario” y afecta a bienes asegurados con una póliza en vigor. Esto deja fuera numerosos casos: daños por filtraciones lentas, falta de mantenimiento o defectos estructurales previos.

Las aseguradoras, además, suelen interpretar las cláusulas de forma restrictiva. Un tejado que se desprende puede considerarse consecuencia de una tormenta… o de una “mala conservación”. Una inundación puede atribuirse al exceso de lluvia… o a un fallo en el sistema de drenaje público. Y cada interpretación cambia completamente el resultado de la reclamación.

A esto se suma el factor tiempo: los plazos para comunicar el siniestro suelen ser de apenas siete días naturales, y cualquier error en la comunicación puede provocar la pérdida del derecho a indemnización. No siempre se informa al cliente de este detalle, y cuando lo hace, muchas veces ya es tarde.

Por eso, tras episodios como las últimas DANAs en Valencia o Cataluña, no es extraño que los afectados se enfrenten a meses de espera, peritaciones contradictorias y valoraciones por debajo del daño real. Y lo más frustrante es que, en muchos casos, la documentación o el modo de presentar la reclamación marca la diferencia entre recibir una compensación o quedar fuera de toda cobertura.

En un contexto donde los fenómenos climáticos extremos son cada vez más frecuentes, conocer los límites —y los derechos— dentro de una póliza no es solo una cuestión de previsión: es una necesidad jurídica.

El laberinto administrativo de las ayudas públicas

Cuando una catástrofe natural golpea, las administraciones públicas suelen reaccionar con rapidez comunicativa: anuncios de ayudas, declaraciones de zona catastrófica y promesas de agilidad. Sin embargo, entre el anuncio y la realidad se abre una brecha que, para los afectados, puede ser tan dura como el propio desastre.

Tras las últimas DANAs en Valencia y Cataluña, las ayudas aprobadas por el Estado y las comunidades autónomas tardaron semanas en concretarse. Muchos municipios afectados ni siquiera habían terminado de recopilar los informes de daños cuando los plazos de solicitud ya corrían. En algunos casos, los vecinos ni siquiera sabían a qué administración debían dirigirse o qué documentación presentar.

El procedimiento, en teoría sencillo, se convierte en una carrera de obstáculos:

formularios online que se bloquean, certificados que exigen cita previa, y una burocracia que parece diseñada para el papel, no para la urgencia. Los afectados por la DANA de septiembre en Valencia lo han experimentado de primera mano: hay familias que siguen esperando una respuesta, y autónomos que aún no saben si su solicitud fue registrada correctamente.

A todo esto se suma la confusión sobre la compatibilidad entre las ayudas públicas y las indemnizaciones del seguro o del Consorcio de Compensación de Seguros. Muchos ciudadanos temen perder una si solicitan la otra, cuando en realidad pueden coexistir, siempre que se gestionen correctamente.

Es en este punto donde el acompañamiento jurídico se vuelve determinante. Un abogado con experiencia en reclamaciones de seguros y derecho administrativo puede interpretar correctamente las resoluciones, impugnar denegaciones, acreditar daños con informes periciales y coordinar los procedimientos para que la ayuda pública no interfiera con la indemnización privada.

Porque tras cada catástrofe natural, los afectados no solo necesitan reconstruir su vivienda o su negocio, sino también recuperar su derecho a una respuesta justa y eficaz del sistema.

El papel del abogado especializado en reclamaciones de seguros

En teoría, contar con un seguro debería ofrecer tranquilidad. En la práctica, tras un siniestro grave, muchas personas descubren que su verdadera lucha no es contra la tormenta, sino contra su aseguradora.

Las compañías suelen interpretar las cláusulas de las pólizas en el límite de lo posible, buscando reducir al mínimo sus responsabilidades. Alegan exclusiones por mantenimiento, discuten la intensidad del fenómeno o rebajan el valor de los daños mediante peritaciones ajustadas. En estos casos, tener un abogado especializado en reclamaciones a seguros marca la diferencia.

Un profesional con experiencia puede detectar coberturas ocultas que el asegurado desconoce. Por ejemplo, en negocios afectados por inundaciones o explosiones, además de los daños materiales, es posible reclamar indemnizaciones por días de cierre del local o por pérdida de facturación (lucro cesante). En el caso de las últimas DANAs, numerosos comercios y talleres tuvieron que suspender su actividad durante semanas sin saber que tenían derecho a compensación.

Además, el abogado actúa como interlocutor frente a la aseguradora y el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS), revisando las pólizas, gestionando la documentación técnica y negociando con los peritos. Si las valoraciones no son justas, puede impugnarlas, presentar reclamaciones ante la Dirección General de Seguros o incluso acudir a la vía judicial.

Pero la asistencia legal no se limita al ámbito asegurador. En situaciones como la explosión de gas en L’Hospitalet o las inundaciones recientes en el Baix Llobregat, los afectados también necesitan apoyo en áreas laborales, fiscales y administrativas: desde tramitar ERTOs por fuerza mayor, hasta solicitar aplazamientos de impuestos o reclamar responsabilidad patrimonial de la administración cuando la catástrofe se agrava por falta de mantenimiento o previsión.

Por eso, en contextos de crisis, la figura del abogado deja de ser solo un asesor jurídico y se convierte en un coordinador integral de soluciones. Alguien capaz de unir lo civil, lo fiscal, lo laboral y lo administrativo en una estrategia coherente para proteger los derechos del afectado y acelerar la recuperación.

Más allá del seguro: la importancia de un respaldo legal completo

Cuando las aguas se retiran y las cámaras se apagan, comienza la parte más difícil para los afectados: la reconstrucción. Y en ese proceso, contar con apoyo legal especializado no es un lujo, sino una herramienta esencial para avanzar con garantías.

Un equipo jurídico con experiencia en reclamaciones a aseguradoras, derecho administrativo, laboral y fiscal no solo ayuda a recuperar lo perdido, sino también a evitar nuevos perjuicios. Saber qué documentos presentar, cuándo y ante quién; entender qué ayudas son compatibles; o cómo actuar si la administración o la aseguradora niegan su responsabilidad puede marcar la diferencia entre una recuperación parcial y una compensación justa.

En GRÀCIACALBET hemos acompañado a particulares, comunidades de propietarios y empresas en situaciones similares: explosiones, inundaciones, incendios o colapsos estructurales. Casos en los que el tiempo y la precisión lo son todo. Nuestra experiencia nos ha enseñado que detrás de cada siniestro hay algo más que un expediente: hay personas que necesitan volver a la normalidad sin perderse en la burocracia.

Porque cuando la tormenta pasa, lo que empieza no debería ser otra batalla.

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